viernes, 28 de marzo de 2014

¿Y quién soy yo?

Querido compañero(a) de autobús, coetáneo(a) del pueblo en que resido,

hoy precisamente que el sol crispaba en las nueves, me has ayudado,

he logrado visualizar mis falencias, errores y estigmatizaciones,

sí, soy imperfecto compañero(a), brindemos por tal realidad que de ella nadie escapa.



En el cotidiano viernes de la semana, coincidimos en el tiempo, espacio,

yo iba en la comodidad del asiento, ¿sería esta una razón más para cometer tal acto?.

Me ubicaba en mi zona de confort, sin penas ni culpas, era un pasajero más, sólo eso,

y de pronto, miré tajante tu exterior, lo superficial, lo engañoso;

sin duda alguna ahí comenzó mi error, que provocó en mi interior una agonía emocional.



He de preguntarte compañero(a): ¿Quién soy yo para mirarte con lástima y angustia?,


pero aún más importante, por favor responde: ¿Quién soy yo para ofender tu esencia?.

Fui en demasía un ingenuo, construí en mi conciencia una imagen estigmatizada,

desfigurada por la subjetividad de la que todos tenemos parte, infringí su ser,

fue tu acento extranjero, tu profesión y trabajo, lo que me llevó a la equivocación,

todo fue producto del estereotipo infundado, de mi imprudencia precipitada.



Mi conciencia quedó sucumbida ante las manifestaciones de indignación propia,

de un sin sabor que invadió cada flujo sanguíneo de mi cuerpo;

sentí como por un segundo dejé de existir, fui polvo, no fui nada,

me convertí en ese momento en materia inerte, sin latidos que defender.



Quiero decir que mi arrepentimiento fue inmediato y sincero,

pero lo fundamental de tu venida y mi ida, tiene una importancia vital,

indirectamente me permitiste comprender mis flaquezas,

fortalecer las falencias y reelaborar mi realidad;

pero ante todo, me dejaste ser, fui ser humano, pensé, razoné.



Sin embargo compañero(a), mi gratitud infinita,

porque me concediste la dicha de trasformar mi realidad,

de trascender lo inmediato de mi conciencia,

direccionar mi conocimiento hacia la crítica y reflexión.

¡Y somos uno compañero(a), el uno que mueve esta convulsa sociedad!

viernes, 7 de febrero de 2014

"El eco de una mirada"

Al ver las múltiples miradas que se expresan como un acordeón, 
me encontré en la delgada línea del análisis, divisé muchas miradas, 
pero he de admitir que ninguna con la fuerza y capacidad como la tuya.
Te había visto desde mucho antes, sí, quizá cuatro o cinco veces,
siempre con tu mirada profunda, coqueta y audaz.
¿Cómo esquivarla si hacía eco en mí, cómo esquivarla?,
desde esos primeros momentos, yo era fuego, tú, la chispa.

El destino es incierto, confuso, incauto; muy contradictorio pero exacto;
esperábamos el mismo autobús, sí, venimos del mismo lugar,
de la misma ruta, ¿Y te dices ser inocente destino en este juicio?,
eres culpable destino, lo eres, pero hay agradecimiento en tu honor.
¿Quién iba a decir que provocarías esto en mí?, sí tú, no me refiero al destino,
porque él ha de ser el culpable de nuestro encuentro, mas fue tu mirada, 
la que disparó el dardo que dejó en mí esta encrucijada, esta alegría precipitada.

Mentiría al decir que no me alegró ver tu semblante, de nuevo, en la espera del autobús,
han de ser tus ojos, tu mirada o tu sonrisa, pero algo tienen que me hipnotizan.
A través de tu coraza externa, pude vislumbrar tu alma, era de esas puras y claras, 
sin resabios, ni dudas, sin venganza ni osadía, era un hecho,
podrías ser todo o nada, lo que buscaba o lo que rechazaba, 
sin embargo no eras ni mentira ni engaño, por el contrario, eres sinceridad.

Puedo decir que soy afortunado, al encontrarte en medio del ocaso, 
en la espera de la mirada sincera, confrontando la cotidianidad frívola, 
luchando contra la indiferencia y decadencia, en el contexto de lo fugaz y pasajero.
Nada está escrito en piedra, ni en papel, somos almas finitas, soñadoras,
no soy quien para predisponer el destino, ni jugar con el camino,
pero alcanzo a decirte que me arriesgo a conocerte, a dejarme encantar por tu carisma,
eres de esas pequeñas excepciones, que me llaman a seguir en pie de lucha.

Posiblemente en un principio, me verás como la contradicción más grande,
y no he de negarlo, poder burlar mi timidez, se convierte en una revolución para mi mente, 
es mi mecanismo de defensa, ante la mentira propinada por gente mal intencionada.
Mas puedo asegurarte que soy un mundo, donde la plática honesta, la sonrisa sincera, 
y los sentimientos verdaderos, conforman los pilares del día a día, 
donde puedes obtener la seguridad, del amor real, el que no duda, no miente, no traiciona.

Soy ese que no tiene miedo, que tiene esperanza en lo real, aun siendo un ideal utópico,
lucho por lo que dura, lo que se mantiene, lo que cuesta, lo que no se compra ni se vende. 
En la noche estrellada, me convierto en cómplice de la luna, pidiendo su ayuda, 
para encontrar ese sentimiento mutuo, recíproco, sin engaños, ese que ya está olvidado.
Creo que no es necesario dedicarte esta producción literaria, pues en sus seis estrofas, 
te expresa a gritos el sentimiento que me embarga, ha de ser tuyo este poema, 
han de ser tuyas todas estas letras y palabras,
y si es que te atrapa con la intensidad deseada,
ha de ser tuyo este sentimiento y toda esta inspiración.